John había decidido intentar agarrar algo con qué ayudarse en los duros días que seguirían, ya que sabía que su habilidad para sobrevivir en la naturaleza eran cercanas a nulas, así que corrió en dirección a un paquetito brillante que tenía bastante cerca y lo agarró esperando que nadie notara su atrevimiento.
Sentía el corazón latiéndole a mil en los oídos y se moría de miedo de que alguien lo viera ahí cerca de la cornucopia e intentara atacarlo, pero rogó que hubiera blancos más fáciles que él.